El
cartismo
Al
igual que el ludismo
el cartismo fue un movimiento propio de
la primera etapa del movimiento obrero.
Pero, a diferencia de aquel, tuvo una índole esencialmente
política. El término procede
de la “Carta del Pueblo”,
documento enviado al Parlamento Británico en 1838,
en el que se reivindicaba el sufragio universal
masculino y la participación de los obreros en
dicha institución. Los defensores del cartismo
pensaban que cuando los trabajadores alcanzasen el poder
político, podrían adecuar las leyes a sus
intereses de clase. La duración
de este movimiento abarcó una década, entre
1838 y 1848.
El
cartismo supuso la toma de contacto de las masas
obreras con la acción política.
Hasta entonces habían concentrado su empeño
en la conquista de mejoras de carácter laboral.
En la “Carta” demandaban
el sufragio universal, la supresión
del certificado de propiedad como requisito para
formar parte del Parlamento, inmunidad parlamentaria,
un sueldo para los diputados, etc; estas peticiones
poseían un marcado carácter político
y eran necesarias -según sus defensores- para conseguir
una profunda transformación social.
El
movimiento fracasó, entre otras causas,
por las disensiones internas entre sus
diversas tendencias, la moderada y la radical. La tendencia
moderada la representaban Lovett
y Owen,
inclinados a demandas de tipo económico
y laboral; la más radical la lideraron
el irlandés O’Connor y
O’Brien, ambos partidarios de acciones
contundentes que incluían el empleo de la huelga
general.
La represión del gobierno británico,
que militarizó las zonas en donde la agitación
se hizo más activa, abortó el movimiento.
Éste quedó escindido de forma irreversible
hasta su desaparición.
El fracaso de la revolución
de 1848 asestó el golpe definitivo a las aspiraciones
cartistas. En adelante la lucha de carácter político
sería abandonada por los obreros ingleses quienes
moderaron en gran medida sus reivindicaciones para concentrarse
en la lucha de carácter sindical. La acción política se circunscribió
al continente, de manera más significativa a Francia.
Aunque el cartismo se malogró,
constituyó una importante experiencia
para la clase obrera en su intento de mejora de las condiciones
de vida; su acción forzó al gobierno británico
a articular una legislación
que en ocasiones contó con un elevado contenido social,
siendo un ejemplo de ello la “Ley de
las diez horas”.
La
revolución de 1848